Por: Sandra Juliana Jaimes Suárez
La dependencia de Molina en la novela El beso de la mujer araña, de Manuel Puig
El beso de la mujer araña es una novela escrita por Manuel Puig y publicada en 1976, que cuenta el día a día de dos presos: Valentín Arregui, revolucionario, y Luis Alberto Molina, homosexual. Este último le cuenta a su compañero una serie de películas que sirven de distracción y que los ayudan a olvidar un poco su realidad. En un inicio la relación entre ellos era un poco distante, pero con el tiempo fue mejorando. Molina empieza a proteger a Valentín y a cuidarlo sobre todo cuando este se enferma a causa de la comida envenenada que le dan en el penal. Molina se apega tanto a su compañero, que hasta hace grandes sacrificios por él. Por esto, tomando como base sus comportamientos se pretende evidenciar que posiblemente este personaje padece de trastorno de la personalidad por dependencia, el cual hace que sus acciones sean motivadas por su deseo de complacer a otras personas para ganar su cariño.
En cuanto al trastorno de la personalidad por dependencia, la psicología explica que este presenta síntomas tan recurrentes en la cotidianidad que pueden pasar desapercibidos. Según la CIE 10 (2010), las personas que la padecen tienen una necesidad excesiva de otras lo que ocasiona un comportamiento de adhesión y temores de separación. Esto hace que se les dificulte expresar su desacuerdo con los demás debido al temor por la pérdida de apoyo o aprobación. Además, van demasiado lejos llevados por su deseo de lograr protección y cariño, hasta el punto de prestarse voluntariamente a realizar acciones con las que no están de acuerdo. También se muestran preocupados de forma no realista por el miedo a que les abandonen, lo que les ocasiona actitudes derrotistas.
Dicho lo anterior, antes de examinar los comportamientos de Luis Alberto Molina y relacionarlos con el trastorno mencionado, vale aclarar que: aunque este sea un personaje de ficción se puede configurar como una persona real, ya que las leyes que gobiernan la conducta humana valen, en general, para la ficción. La sociedad imaginaria es como la real, y los personajes imaginarios son influenciados en sus hábitos y su voluntad se enfrenta con otra, aunque el ser del personaje está hecho con letras, su naturaleza se nos muestra como si fuera real, entonces lo conocemos no por lo que es, sino por lo que hace (Imbert, 1999).
Entonces, respecto al trastorno que nos ocupa, se puede decir que Molina empieza a mostrar los síntomas en su relación con un mesero llamado Gabriel, al que conoció en el restaurante donde este trabajaba, una noche cuando Molina salió a cenar con sus amigos. La atracción que sintió por este lo llevó a forzar una amistad y a idealizarla a tal punto que llegó a imaginarse que podía vivir con él y su madre. Molina pretendía darle lo que le faltara, y así lo expresó:
—No sé… Pero vos no sabés qué lindo para mí era pensar que podía hacer algo por él. Vos sabés todo el día de vidrierista, por divertido que sea, cuando se terminaba el día a veces te viene una sensación de que todo para qué, y que tenés un vacío adentro. Mientras que si podía hacer algo por él era tan lindo… Darle un poco de alegría, ¿no? (...) (Puig, 1976, p.53).
Lo dicho anteriormente por Molina muestra que para él lo más importante era agradar a Gabriel, con quién llenaba sus vacíos emocionales y necesitaba agradarle a este sujeto como sea. Sobre esto, la psicología menciona que los pacientes con este trastorno están siempre motivados a complacer a los demás para lograr un poco de aprecio.
Por otra parte, este no solamente presentaba estas conductas con personas a las que pretendía amorosamente. También necesitaba complacer excesivamente a su madre, quien siempre se había hecho cargo de él. Como lo podemos ver en una charla con Valentín: “(…) trato bien a mi mamá porque es una persona buena que nunca hizo mal a nadie, porque la quiero, porque es buena, y quiero que ella me quiera… (…)” (Puig, 1976, p.132). Molina no quería sentirse solo, y veía en su madre esa compañía. Aunque esto lo llevara a dejar de lado sus anhelos, estaba dispuesto a hacer lo que fuera por estar a su lado, protegerla y agradarle.
Ahora bien, cuando Molina se encuentra en prisión, la única persona con la que tiene contacto es Valentín, con quien empieza una relación normal entre dos compañeros de celda. Pero con el pasar de los días empiezan a tener una cercanía, sobre todo desde que Valentín enferma a causa del envenenamiento de su comida. Molina lo empieza a atender y a darle su apoyo moral para que se mejore. Para este el vínculo se hizo tan fuerte que hasta su deseo de libertad pasó a un segundo plano, lo único que quería en ese momento era no separarse de Valentín: “—Yo quiero quedarme con vos. Ahora lo único que quiero es quedarme con vos” (Puig, 1976, p.164). Lo anterior hace evidente que la vida de Molina estaba subordinada ahora a la de su compañero.
Debido a esta dependencia por Valentín, Molina también mostraba actitudes derrotistas, las cuales están relacionadas estrechamente con el trastorno mencionado. Como lo presenta la Psicología, los sujetos dependientes pueden presentar pensamientos depresivos y extremistas al sentir en peligro el lazo que los une a su dependiente. Esto se ve claramente reflejado en lo que dice Molina:
—Cada vez que has venido a mi cama… después… quisiera, no despertarme más una vez que me duermo. Claro que me da pena por mamá, que se quedaría sola… pero si fuera por mí, no me querría despertar nunca más. Pero no es una cosa que se me pasa por la cabeza no más, de veras lo único que pido es morirme. (Puig, 1976, p.152).
Lo anterior muestra que Molina no se encontraba en pleno uso de sus facultades mentales, pues prefería morir a perder la cercanía que tenía con Valentín. Por esto, cuando este supo que quedaría en libertad no se sintió muy feliz y se lo comentó a su compañero. Valentín le propuso que al quedar excarcelado le ayudara con sus planes revolucionarios. Molina inicialmente se negó por miedo, pero por agradarle, finalmente accedió: “—Entonces voy a hacer todo lo que me digas”. (Puig, 1976, p.171). Lo dicho hasta aquí demuestra que a Molina no le importaba que su vida corra riesgo, solo le interesaba complacer a Valentín. Según la Psicología, esto se da porque los sujetos con este trastorno acceden a tareas que no quieren realizar solo por miedo a perder a la persona de la que dependen.
Después de analizar las conductas mencionadas se puede decir que es posible que Luis Alberto Molina padeciera de trastorno de personalidad por dependencia, debido a que presenta todos sus síntomas. Por lo cual, este accedía a las necesidades de las personas con las que tenía vínculos emocionales para agradarles y sentir un poco de afecto y compañía. Por otra parte, aceptaba realizar encargos con los que no estaba de acuerdo poniendo su opinión en segundo plano. Es de notar que estaba en constante preocupación de ser abandonado, razón por la que se sumía en una gran tristeza que lo hacía ver el lado más negativo de la vida. Molina necesitaba de constantes relaciones para poder encontrarle un sentido a su existencia, lo que en consecuencia provocó que tomara la decisión que lo llevó a la muerte, suceso de gran importancia en la obra.
Referencias bibliográficas
Imbert, E. A. (1999). Teoría y técnica del cuento. Barcelona: Editorial Ariel.
Puig, M. (1976). El beso de la mujer araña. Argentina: Editorial Seix Barral.
World Health Organization. (2000). Guía de bolsillo de la clasificación CIE-10: Madrid: Editorial Médica Panamericana.
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